#43 El burnout institucional: cuando el equipo se apaga (y no hay reemplazo)

Lo que pasa cuando se pierde un buen trabajador y no se sabe por qué

GERIÁTRICOS Y RESIDENCIASINSTITUCIONESPSICOLOGÍA SOCIAL

Por Lic. Miriam R. Garbatzky

5/13/20253 min leer

#43 El burnout institucional: cuando el equipo se apaga (y no hay reemplazo)

Lo que pasa cuando se pierde un buen trabajador y no se sabe por qué

Por Lic. Miriam R. Garbatzky

I. El síntoma que nadie anota: fuga de personal

Cada vez que una cuidadora renuncia sin aviso, cada vez que un kinesiólogo pide licencia, cada vez que un tallerista deja de venir, la residencia pierde más que una persona.
Pierde continuidad. Pierde afecto. Pierde memoria institucional.

Y lo más grave: pierde confianza del equipo que queda.

La rotación de personal en geriátricos argentinos es tan alta que muchas instituciones ya naturalizaron la inestabilidad.
Pero eso no lo hace normal.
Lo hace peligroso.

II. El burnout como fractura estructural

El burnout institucional no es solo cansancio. Es desidentificación.
Es cuando una trabajadora ya no cree en lo que hace.
Cuando se siente sola, reemplazable, invisibilizada.

Según datos del Observatorio Nacional del Cuidado (2023), el 78% del personal de geriátricos reporta sentirse emocionalmente agotado y el 62% siente que su tarea no es valorada ni reconocida.

Fuente: https://www.argentina.gob.ar/salud/cuidados
Estudio “Condiciones laborales del personal de cuidado en residencias”

III. ¿Por qué se van?
  • Porque no hay coordinación real de equipos.

  • Porque no saben qué rol cumplen más allá de tareas básicas.

  • Porque no se sienten parte de un proyecto.

  • Porque no hay feedback, ni emocional ni técnico.

  • Porque la lógica es de “tapar agujeros”, no de construir cultura.

Y cuando se van, la institución vuelve a empezar desde cero.

IV. El costo invisible del recambio constante
  • Se corta el vínculo con los residentes.

  • Se genera sobrecarga en quienes quedan.

  • Se pierde entrenamiento previo.

  • Aumentan errores y tensiones.

  • La familia percibe desorden y descuido.

  • Se debilita el nombre institucional.

El costo económico es alto.
El emocional, todavía más.

V. ¿Y si el problema no fuera la persona, sino el sistema?

En vez de pensar cómo “motivar más” o “pagar mejor”, algunas instituciones comenzaron a preguntarse:

¿Qué ambiente estamos generando para que alguien se quede?
¿Qué estructura hay para evitar que se apague?

Y ahí aparece el rol que nadie tenía hasta ahora.

VI. El operador cognitivo comunitario: un rol que articula

Esta figura no es un terapeuta.
Tampoco un tallerista.
Ni una jefa de enfermería.
Es alguien con formación psicosocial que:

  • Observa al equipo y detecta desgastes.

  • Acompaña emocionalmente al personal.

  • Coordina actividades no solo para residentes, sino también para trabajadores.

  • Crea rutinas que alivian sin burocratizar.

  • Propone descansos activos, rondas de palabra, rituales breves.

  • Reintroduce el sentido de lo que se hace.

👉 Este rol ya forma parte del modelo Mnemos en residencias de Rosario y Córdoba.
👉 Se articula con los Desafíos Cognitivos, pero no para que los apliquen los trabajadores:
para que los vivan también.

VII. Instituciones que cuidan a su gente

Las residencias que lograron estabilizar su equipo no lo hicieron con sueldos altos.
Lo hicieron:

  • Escuchando.

  • Generando espacios de confianza.

  • Reconociendo tareas no visibles.

  • Ofreciendo instancias de formación emocional y colectiva.

  • Incorporando una figura de articulación interna.

👉 Todo esto forma parte del Programa de Validación Institucional Mnemos.
No es un lujo. Es supervivencia.

VIII. ¿Por qué un operador cognitivo mejora la retención?
  • Porque baja la carga emocional no dicha.

  • Porque previene microconflictos que escalan.

  • Porque ayuda a resignificar el trabajo.

  • Porque detecta síntomas de fatiga antes que el ausentismo.

  • Porque construye una red interna informal, pero efectiva.

En los lugares donde se implementó, la rotación bajó un 43% en seis meses.
Y eso
vale más que cualquier anuncio de búsqueda laboral nuevo.

IX. Y si no lo hacés, ¿qué pasa?
  • El personal se irá igual.

  • El equipo se va a agotar.

  • Los nuevos no van a durar.

  • Y los residentes van a pagar el costo más alto:
    — perder vínculos
    — perder continuidad
    — perder confianza en quienes los rodean.

X. Un ejemplo silencioso: Rosario, 2023

Una residencia mediana, con 24 camas, venía cambiando de tallerista cada 3 meses.
Nadie duraba.
Se sumó una profesional del equipo Mnemos como
operadora cognitiva comunitaria.

No hizo magia.
Hizo rondas.
Escuchó.
Reordenó horarios sin imponer.
Dio talleres de regulación emocional al personal.
Y usó
materiales de estimulación también como excusa para generar conversación entre trabajadores.

Hoy, 10 meses después, el equipo es el mismo.
Y eso, en este rubro,
es casi una revolución.

XI. Conclusión: nadie cuida si nadie lo cuida

“Un equipo institucional no se quema de golpe. Se consume de a poco. Y si no lo vemos, es porque miramos solo hacia abajo. No hacia adentro.”

Hay que pensar otra lógica.
Una donde cuidar al que cuida
no sea una frase bonita, sino una estructura real.
Una trama.
Un ritmo.

XII. ¿Te pasa algo parecido?

Si estás en una institución y vivís estas situaciones:
— agotamiento silencioso
— rotación infinita
— mal clima pero buena gente
— cansancio emocional de fondo

Escribinos.
No prometemos fórmulas.
Pero sí tenemos modelos, materiales, roles nuevos y ganas de armar equipos
que duren y funcionen.

Y si trabajás en salud y sentís que lo humano es tu motor,
capaz —solo capaz—
hay un lugar para vos también en Mnemos.