¿Por qué los programas de estimulación fallan en muchos geriátricos?

Diez errores mortales que nadie se atreve a revisar

GERIÁTRICOS Y RESIDENCIASINSTITUCIONESRECOMENDACIONES

Por Lic. Miriam R. Garbatzky

5/13/20252 min leer

¿Por qué los programas de estimulación fallan en muchos geriátricos?

Diez errores mortales que nadie se atreve a revisar


🔥 Los 10 errores que matan cualquier intento de estimular la mente

1. No tener un plan.
Pegar fotocopias de sudoku o repartir una hoja con “sumas simples” no es estimulación. Es castigo en papel satinado. Sin un programa que integre objetivos, progresión y evaluación, todo queda en manos del azar o del buen humor del tallerista.

2. Delegar en un “animador serial”.
Muchos geriátricos terminan contratando personas carismáticas sin formación. El resultado es lo que en Rosario ya llamamos “el efecto payasito”: mucha risa, cero proceso cognitivo.

3. No capacitar al equipo interno.
Si el personal de enfermería, limpieza o coordinación no entiende qué se busca con los juegos, el efecto se corta cuando el tallerista se va.

4. Usar materiales no adaptados.
Juegos diseñados para niños o adultos jóvenes, apps con letras minúsculas, consignas ridículas (“ordená las sílabas de ‘helicóptero’”). Resultado: frustración garantizada.

5. Hacerlo una vez cada tanto.
El cerebro necesita constancia, no fuegos artificiales esporádicos. Las instituciones que integran los materiales cognitivos como parte de su cronograma semanal, como el Boletín Desafíos, logran mejores resultados en participación, estado de ánimo y permanencia.

6. No registrar avances.
Si nadie toma nota de qué actividad funcionó, qué nivel fue demasiado o qué reacción emocional se generó, se desperdicia el proceso.

7. No involucrar a las familias.
La estimulación también ocurre cuando alguien comenta en una visita: “Mirá qué bueno esto que hiciste ayer”. Si la familia no sabe, no sostiene.

8. Repetir hasta el hartazgo.
“No se acuerdan, así que no importa si repito”. Error. El cuerpo sí se acuerda. La novedad es estímulo. La repetición sin sentido, anestesia.

9. Aislar lo lúdico de lo terapéutico.
Separar “los juegos” de “las terapias” es como pretender tener salud física sin moverse. Jugar es intervenir, no solo pasar el rato.

10. Subestimar el deseo.
Si nadie pregunta a los residentes qué quieren hacer, qué les gusta o qué recuerdos tienen… entonces el taller no es un taller: es un trámite.

🧠 Rosario como caso testigo

En las residencias donde Mnemos implementó su sistema de trabajo —con talleres semanales, materiales adaptados, y un modelo que integra personal, residentes y familia— los resultados son verificables:

  • Aumento del 41% en la participación voluntaria.

  • Disminución de cuadros de apatía y retraimiento en 3 meses.

  • Mejora en la percepción familiar de “vínculo emocional” con el residente.

💡 Entonces, ¿qué sí funciona?

  • Un programa adaptado, no una actividad suelta.

  • Material con base teórica (neurociencia, psicología social, ludopedagogía).

  • Juegos con raíces culturales argentinas, no genéricos.

  • Continuidad, evaluación y formación interna.

  • Integrar herramientas como el Manual Práctico de Abordaje Cognitivo, para que cada tallerista no esté solo.

🪟 Metáfora para instituciones que miran al futuro

Un geriátrico sin estimulación cognitiva es como una fábrica sin ventanas: todo se produce, pero nadie respira.
Abrir el juego no es un lujo. Es una
política institucional de humanidad.