¿Qué enseñan los adultos mayores cuando se animan a jugar?

Jugar no es infantil.
Jugar, en la vejez, es un acto de rebeldía.
De ternura.
De vitalidad.

En cada taller, en Rosario, en Balvanera, en un comedor comunitario de San Francisco o en una sala del conurbano, cuando un adulto mayor agarra una carta, tira una consigna absurda o improvisa una historia… nos está enseñando algo.

Nos está diciendo:
—“Todavía estoy.”
—“Todavía puedo.”
—“Todavía quiero.”

🧠 ¿Qué se pone en juego cuando un mayor se anima a jugar?

• El deseo
  
  

• La creatividad
  
  

• La historia personal
  
  

• La capacidad de reírse de sí mismo
  
  

• El vínculo con el otro
  
  

• El orgullo de participar sin rendir examen
  
  

Porque no importa si se acuerda la respuesta exacta,
lo que importa es que participa desde su lugar, con su tiempo, con su estilo.

🎯 ¿Y qué enseñan?

1. Que la lucidez no es solo recordar datos, sino tener algo para decir
   
   

2. Que el humor es más potente que cualquier pastilla para el ánimo
   
   

3. Que la dignidad no se pierde cuando se juega: se reafirma
   
   

4. Que el juego puede ser la única actividad del día que da ganas
   
   

5. Que lo importante no es el resultado, sino el rato compartido
   
   

📚 Lo que aprendí yo, escuchando durante años

• Que el juego les devuelve una voz
  
  

• Que la memoria se activa cuando hay afecto
  
  

• Que repetir una historia no es falla: es deseo de compartir
  
  

• Que una risa en ronda vale más que diez evaluaciones clínicas
  
  

💬 Una frase que me regaló una participante en Córdoba:

“Yo pensé que ya no servía para nada… pero hoy inventé un personaje y se rieron todos. Creo que sí sirvo.”

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