¿Qué pasa cuando el adulto mayor no quiere participar?
El derecho a no jugar y la obligación de no rendirse
NEUROCIENCIASJUEGOSGERIÁTRICOS Y RESIDENCIASINSTITUCIONESPSICOLOGÍA SOCIALPROFESIONALES
Por Lic. Miriam R. Garbatzky
5/13/20254 min leer


¿Qué pasa cuando el adulto mayor no quiere participar?
El derecho a no jugar y la obligación de no rendirse
Por Lic. Miriam R. Garbatzky
I. El problema silencioso
En toda residencia geriátrica, tarde o temprano aparece la escena: un grupo comienza la actividad de estimulación cognitiva, pero alguien se queda al margen. Mira desde la silla, hace un gesto de desinterés, rechaza la hoja, responde con monosílabos, o directamente se retira.
Los equipos muchas veces insisten. A veces con entusiasmo, otras con presión, y otras con culpa. Y cuando nada funciona, aparece el diagnóstico blando:
“No quiere participar.”
Ese “no quiere” se convierte en una excusa institucional para dejar de intentar.
Y en muchos casos, es también el inicio del deterioro emocional y cognitivo acelerado.
II. ¿Por qué alguien no quiere participar?
Las razones son múltiples y no siempre visibles. Algunas de las más frecuentes, validadas tanto en literatura clínica como en experiencias de campo (Kazui et al., 2021; Vera et al., 2019), incluyen:
Fatiga cognitiva: en etapas iniciales de deterioro, el esfuerzo por comprender instrucciones puede ser tan alto que resulta desalentador.
Vergüenza social: el miedo a “equivocarse” frente a otros inhibe la participación.
Negación del envejecimiento: aceptar una actividad “para estimular la memoria” puede vivirse como una confirmación de declive.
Depresión encubierta: la falta de deseo no siempre es rechazo, sino síntoma.
Propuestas poco atractivas o mal presentadas: el problema no es el deseo del residente, sino la calidad o pertinencia de la propuesta.
Historia institucional negativa: si en el pasado se sintió forzado, ridiculizado o infantilizado, difícilmente confíe en la propuesta actual.
Fuente: Kazui, H. et al. (2021). Reasons for nonparticipation in cognitive stimulation therapy among community-dwelling older adults with mild cognitive impairment. International Psychogeriatrics, 33(8), 795-803.
https://doi.org/10.1017/S1041610220002187
III. El deseo como brújula clínica
Desde el enfoque psicoanalítico —y en particular desde la psicología social pichoniana— el deseo no es algo que pueda imponerse.
Es algo que se construye en vínculo, que se despierta, que se habilita, que se legitima.
Decir “no quiere” no puede ser el punto final.
Tiene que ser el inicio de una nueva estrategia.
“Toda conducta es significativa si sabemos escuchar el contexto.” – Enrique Pichon-Rivière
IV. Herramientas para el abordaje respetuoso
Cambiar la propuesta, no al paciente
Si un residente rechaza constantemente las actividades, es probable que la propuesta no le hable. Cambiar el material, integrar su biografía, usar dinámicas con sentido cultural puede ser clave.Validar el “no” como punto de partida
En lugar de insistir, preguntar: “¿Qué te gustaría hacer?”, “¿Qué solías disfrutar?”, “¿Qué actividades te aburren?”. Muchas veces el rechazo es una forma de buscar reconocimiento.Progresión de entrada gradual
No empezar con una consigna compleja. Puede invitarse a observar primero. Luego a acompañar. Recién después, a participar activamente.Evitar el tono infantilizante
Frases como “dale, que vos podés” o “¡muy bien, qué inteligente!” refuerzan la lógica de examen. El adulto mayor no necesita ser evaluado: necesita ser convocado.Crear espacios donde el error sea parte del juego
La inhibición muchas veces es anticipatoria del error. Jugar con errores, con el absurdo, con el humor ayuda a desactivar la ansiedad de desempeño.Incluir actividades de lenguaje emocional
No todo estímulo tiene que ser lógico o matemático. La memoria afectiva puede ser mucho más potente: una canción, una anécdota, una fotografía.
V. Qué no hacer (y se hace todo el tiempo)
Forzar la participación como si fuera una obligación médica.
Usar la presión de grupo como coerción (“todos lo hacen, dale vos también”).
Minimizar el rechazo (“no seas malo”, “¡es sólo un jueguito!”).
Ridiculizar o comentar la apatía frente a otros residentes.
Delegar el problema sin actuar (“ya no quiere nada, qué le vamos a hacer…”).
VI. Cuando el “no” es estructural
En algunos casos, especialmente en pacientes con diagnóstico depresivo mayor, Alzheimer avanzado o cuadros de negación identitaria, el rechazo puede tener una raíz más profunda. Allí, el trabajo debe ser interdisciplinario.
No basta con “intentar otra actividad”. Hay que intervenir desde lo terapéutico, con psicología, medicina y acompañamiento familiar.
VII. Lo que sí funciona (y ya probamos)
En talleres coordinados con instituciones en Rosario (2021–2024), observamos:
Que residentes que rechazaban actividades por más de dos semanas comenzaron a participar cuando se integraron tareas relacionadas con tango, lunfardo y comidas típicas.
Que las micropropuestas —actividades de 5 minutos sin estructura rígida— servían como “puente de entrada”.
Que incluir la voz del residente en el diseño de actividades mejoró la adherencia en un 68% en un mes.
VIII. Para la familia que se frustra
Muchos familiares dicen: “No hay caso, no quiere hacer nada”.
A ellos también hay que ofrecerles guía.
En la Nota #31, mostramos que las familias tienen derecho a preguntar, sugerir, ofrecer y acompañar.
Desde Mnemos desarrollamos recursos gratuitos que pueden ser enviados por WhatsApp, impresos en casa o integrados a la visita.
IX. Conclusión
“El deseo no se exige. Se construye.”
Y si no aparece, hay que mirar qué hicimos con él.
Qué escena, qué palabra, qué gesto faltó.
Porque detrás de cada negativa hay una pregunta no formulada.
Y cuando esa pregunta encuentra un espacio, a veces —solo a veces— el deseo vuelve a entrar.
Córdoba 2974, Rosario, Argentina