Resonancias de los encuentros en Navarro Viola

Raíces de la Memoria fue un programa piloto de la agencia Mnemos junto a la Fundación Navarro Viola durante septiembre y octubre de 2025. Simplemente reparador.

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Ana Clara Peñalva y Daniela Astini

11/1/20252 min leer

Raíces de la Memoria, Proyecto Piloto de Mnemos junto a Fundación Navarro Viola
Raíces de la Memoria, Proyecto Piloto de Mnemos junto a Fundación Navarro Viola

Cuando las raíces de la memoria florecen


¿Qué sucede cuando se moviliza la memoria para compartir - escucha -, cuando se entretejen las anécdotas y las historias? ¿Qué ocurre cuando treinta mujeres se encuentran en tiempo presente - cuerpo - y actualizan los recuerdos, los sentires?

Sin pretensión de ciencia o respuesta, podemos decir que hay algo, o mucho, que florece y sorprende.

Para contarlo elegimos tres emergentes - asombro - de los encuentros del taller Raíces de la Memoria en Fundación Navarro Viola.


1- Hacer trampa para jugar

Un memotest, un juego para desafiar los tiempos de la memoria y del cuerpo. Mientras en una ronda recordaban refranes, giraban cartas, asociaban sus partes y buscaban apoyarse en la memoria visual; mientras acompasaban el ritmo de cada jugadora para tener un logro grupal, alguien sugirió: ¿Y si hacemos trampa?


La trampa como atajo, complicidad, una fórmula para avanzar, para ganar y divertirse.


2- Bailar al ritmo de vals y milonga

La propuesta era iniciar el encuentro caminando por el espacio, recorrerlo, detenerse en las miradas para intercambiar algunas preguntas y respuestas ¿cuál es la canción que recordás?

Sucedió algo más. Cuando se asocian música, cuerpo y memoria hay movimiento y de allí derivan el baile, las sonrisas -y, otra vez- las complicidades. Las manos, las piernas y los gestos al ritmo de un vals y una milonga, con o sin pareja, desbordando cualquier consigna y coreografía, la memoria del cuerpo abriéndose paso en el lugar.


3- Un canto coral

En los primeros lugares del ranking de las canciones de infancia, por lejos, quedaron ubicadas La Farolera y el Arroz con Leche (una mención especial para el Himno a Sarmiento).

La sorpresa de este momento no fue la coincidencia del recuerdo que, como en otras actividades, las reunía en una memoria común. La sorpresa, la flor, que nos conmovió fue el canto grupal. Bastó nombrar “La Farolera” para que empezarán a reír y, sin mediar palabras, entonar juntas la canción con alegría, recordando toda la letra: el tropezón, las cuentas que dan bien y las que salen mal, el enamoramiento, la puerta del sol y el ánima bendita.

Una canción, de principio a fin.